Los ríos gallegos que surcan el Macizo Central de Ourense no presentan su aspecto habitual. La plaga de incendios que asoló una de las zonas vírgenes de Galicia durante el mes de octubre es la causa inmediata de que sus aguas cristalinas ya no lo sean y que sus márgenes estén repletos de arrastres y materia orgánica calcinada. La sedimentación de estos materiales provoca que el agua esté teñida de negro y los peces y truchas tengan que alimentarse de una materia que causa su mortandad y afecta al equilibrio ecológico.
La gran cantidad de ríos y riachuelos dificulta la concreción de los que se ven afectados por los incendios y también una evaluación exacta de la propagación de esa contaminación. La falta de medidas hace que el proceso se acelere e incluso el agua para consumo doméstico sea turbia o esté teñida de negro.
De momento los agentes forestales consultados por ELMUNDO.es localizan los puntos negros en los ríos Návea y Bibei, y en los embalses de Chandrexa de Queixa y A Cenza, radicados en los términos municipales de Pobra de Trives y Manzaneda.
El proceso se aceleró en los últimos días debido a las intensas lluvias que se han registrado en la zona. Y el 'tinte' es visible al acercarse a la orilla de cualquiera de estos ríos. Muchos vecinos hablan de un nuevo chapapote que recuerda a la tragedia del Prestige. De hecho al acercarse a los márgenes de los ríos el calzado del visitantes se encharca en un fango negro y tupido.
La causa está en los incendios y en los restos acumulados que continúan ardiendo a pesar de que no exista llama. Un químico que trabaja en la zona explica que "lo más grave es la descomposición de la materia que origina a su vez nuevas combustiones". También uno de los agentes forestales allí destinado aclara que "al margen de que esta situación sea una constante y no se vea interrumpida, al no tomar decisiones se provoca una contaminación del pH del agua, la muerte de peces y anfibios y elimina la zona de reproducción de la trucha".
El proceso de arrastre comienza con el depósito de materia orgánica (ceniza, restos de combustible) en los lados del embalse, dice el técnico de Medio Rural, y con cada temporal se incrementa. Los profesionales de la propia Xunta de Galicia insisten en que es "necesario poner un plan inmediatamente a funcionar para detener los efectos contaminantes".
Eirexas cree que todo lo que ha pasado en el otoño en Galicia "además de poner en evidencia la falta de una verdadera política de prevención, evidencia la falta de un plan para gestionar las consecuencias". Desde Adega, sumándose a las peticiones de los ayuntamientos afectados y de distintos empleados públicos, se exige la puesta en marcha de un Plan de Restauración Hidrológico Forestal para evitar una catástrofe y conservar los acuíferos.
En esta situación de provisionalidad se acude a trucos como al esparcimiento de paja. El regidor de Manzaneda, David Rodríguez, consultó a técnicos, pero aunque entiende que colocar pacas de hierba es un remedio transitorio "no siempre se puede hacer porque son muchos los pueblos y las traídas". De tal modo que se vio obligado a dictar un bando para restringir el consumo.
Hasta la fecha y según las fuentes de Medio Rural consultadas por este medio, solamente empresas privadas han tomado muestras de las aguas para dimensionar los niveles de contaminación. Esta inacción de las administraciones públicas provoca indignación en alcaldes, asociaciones y vecinos. No entienden que después de lo ocurrido en las comarcas de Barbanza y Salnés, en A Coruña y Pontevedra, en el año 2006, cuando se perdió por la misma causa gran parte de la campaña de marisco, se puede seguir esperando a que las pérdidas sean irreparables para actuar.
Noticia publicada en el periódico El Mundo, España 30/10/2011
La gran cantidad de ríos y riachuelos dificulta la concreción de los que se ven afectados por los incendios y también una evaluación exacta de la propagación de esa contaminación. La falta de medidas hace que el proceso se acelere e incluso el agua para consumo doméstico sea turbia o esté teñida de negro.
De momento los agentes forestales consultados por ELMUNDO.es localizan los puntos negros en los ríos Návea y Bibei, y en los embalses de Chandrexa de Queixa y A Cenza, radicados en los términos municipales de Pobra de Trives y Manzaneda.
El proceso se aceleró en los últimos días debido a las intensas lluvias que se han registrado en la zona. Y el 'tinte' es visible al acercarse a la orilla de cualquiera de estos ríos. Muchos vecinos hablan de un nuevo chapapote que recuerda a la tragedia del Prestige. De hecho al acercarse a los márgenes de los ríos el calzado del visitantes se encharca en un fango negro y tupido.
La causa está en los incendios y en los restos acumulados que continúan ardiendo a pesar de que no exista llama. Un químico que trabaja en la zona explica que "lo más grave es la descomposición de la materia que origina a su vez nuevas combustiones". También uno de los agentes forestales allí destinado aclara que "al margen de que esta situación sea una constante y no se vea interrumpida, al no tomar decisiones se provoca una contaminación del pH del agua, la muerte de peces y anfibios y elimina la zona de reproducción de la trucha".
El proceso de arrastre comienza con el depósito de materia orgánica (ceniza, restos de combustible) en los lados del embalse, dice el técnico de Medio Rural, y con cada temporal se incrementa. Los profesionales de la propia Xunta de Galicia insisten en que es "necesario poner un plan inmediatamente a funcionar para detener los efectos contaminantes".
Plan de Restauración Hidrológica
Las asociaciones y grupos ecologistas como Adega (Asociación para la Defensa Ecológica de Galicia) también urgen al Gobierno autonómico a tomar medidas. Según Fins Eirexas, uno de los portavoces de Adega, "estamos hablando de sierras de un altísimo valor ecológico donde están los acuíferos y las reservas de agua más importantes de Galicia". El ecologista explica que "como se destruyó la capa vegetal, las reservas corren peligro y no importa que llueve ni mucho ni poco porque no se retiene el agua".Eirexas cree que todo lo que ha pasado en el otoño en Galicia "además de poner en evidencia la falta de una verdadera política de prevención, evidencia la falta de un plan para gestionar las consecuencias". Desde Adega, sumándose a las peticiones de los ayuntamientos afectados y de distintos empleados públicos, se exige la puesta en marcha de un Plan de Restauración Hidrológico Forestal para evitar una catástrofe y conservar los acuíferos.
Otras organizaciones conservacionistas, como la Fundación Germán Estévez, se suman a la protesta generalizada. Demandan la actuación inmediata con la construcción de diques y la colocación de paja para evitar el corrimiento de los arrastres. El presidente de la Fundación, Germán Vázquez, no entiende cómo no se ha actuado ya sembrando hierba de manera inmediata o limpiado los márgenes con la maquinaria adecuada.
Hasta la fecha y según las fuentes de Medio Rural consultadas por este medio, solamente empresas privadas han tomado muestras de las aguas para dimensionar los niveles de contaminación. Esta inacción de las administraciones públicas provoca indignación en alcaldes, asociaciones y vecinos. No entienden que después de lo ocurrido en las comarcas de Barbanza y Salnés, en A Coruña y Pontevedra, en el año 2006, cuando se perdió por la misma causa gran parte de la campaña de marisco, se puede seguir esperando a que las pérdidas sean irreparables para actuar.
Noticia publicada en el periódico El Mundo, España 30/10/2011