Es curioso que una gran cantidad de gente, y algunos de ellos
versados en el mundo del deporte, echen exclusivamente al Comité
Olímpico Internacional las culpas por el cuarto fracaso de Madrid en la
carrera por los Juegos Olímpicos. El resultado fue peor de lo esperado,
porque da la sensación de que lo que ha dolido no ha sido perder, sino
hacerlo con Estambul a la primera (¿Es que íbamos a por una derrota
honrosa, entonces?) y como digo, las explicaciones desde muchos ámbitos
van desde acusar al COI de no respetar sus propias normas (¿Me podría
decir alguien cuales son, por cierto?) a, directamente, acusarlos de
dejarse sobornar o quizá de recibir comisiones en B. Bien. Dejando
aparte que la autocrítica sigue siendo una flor que se da con dificultad
en España, me permito exponer mis discrepancias con esa visión.
1) El COI no tiene norma
alguna reglada de elección de sede olímpica. Todos los datos se valoran
en conjunto y el proyecto es, simplemente, uno más. Río ganó con el
peor la sede de 2016. Madrid se felicita porque su proyecto para 2020
era muy bueno. Lo era, pero hacerlo lo mejor posible es algo que se debe
dar por supuesto. En el tenis, hay a veces padres que te preguntan si
su hijo puede ser profesional porque juega muy bien. Respuesta: el 1.856
de la ATP o la WTA juegan de maravilla. Pero para llegar a la élite hay
que tener otra cosa además. No basta tener un buen proyecto. Hay que
convencer de que lo puedes llevar a cabo, porque el papel lo aguanta
todo.
2) La credibilidad del
deporte español en el mundo es máxima, pero la de España no. Una
candidatura tiene dos patas, la deportiva y la política. La parte
deportiva ha trabajado excelentemente en la presentación y promoción de
la candidatura. Seguramente buena parte de la segunda línea política lo
ha hecho también, pero quien tenía que hablar ante el Senado olímpico no
ha sido capaz de convencer de nada. Nuestro deporte presenta unos
resultados y la clase política los suyos, que se miden en déficit, falta
de economía productiva y seis millones de parados. Si con esas
circunstancias dices que puedes organizar el evento más importante y
costoso del mundo -aunque sí es cierto que deja réditos- tienes que ser
capaz de convencer. Repito: no se ha hecho.
3) El mundo está
globalizado y la información fluye como nunca: los miembros del COI no
son esfinges. Saben perfectamente, o si no se les dice por parte de las
candidaturas rivales, cual es el estado real de un país en cuanto a
paro, corrupción y deuda. Si luego el presidente del Gobierno , que
tiene una llave de la caja, habla a los miembros del COI con un discurso
mitinero que más parece que los regaña, y la alcaldesa, que tiene la
otra, les hace un discurso como para invitar a un grupo de pensionistas
de Yorkshire a venir a Madrid, lógicamente desconfían. El COI es la
organización más eficiente y poderosa del mundo, que a veces se nos
olvida.
4) El 80% de las
instalaciones no están hechas. Están comprometidas a hacerse aunque aquí
se emplease la otra palabra. Aquí los proyectos del país eran unos
hasta que llegó la crisis y se dio la vuelta a las cosas. Repito: ¿Cómo
convences al COI de que pase lo que pase el proyecto no se va a torcer?
Con credibilidad y discursos de altura. Ellos saben muy bien de que en
España, los mismos que les prometen que eso va a suceder, han articulado
otro discurso que da como mérito el haber bajado en un mes 31 parados
en un entorno de seis millones, así como la deuda existente de la
capital que va a acoger los Juegos. Los discursos de consumo interno no
sirven para los no adictos. Y menos para el extranjero. En la
candidatura de 1966 figuraba el Estadio de Vallehermoso. Ahora es un
solar y no se ha construido nada que lo sustituya.
5) La Operación Puerto
sigue haciendo daño pero no es responsabilidad del deporte sino, de
nuevo, del Estado, porque se debe a unas normas judiciales. El deporte
español tiene un inequívoco compromiso contra el dopaje pero lo que
llega es que el Estado defiende, o ha defendido hasta ahora, a los
implicados en la Puerto. Si en la próxima operación, con la nueva ley,
ya se actúa de modo racional, igual se echa al olvido esa mancha. Pero
de momento no parece suficiente que, de nuevo, se vendan palabras y no
hechos. Lo mismo puede decirse sobre la corrupción política, que siempre
se barre bajo la alfombra.
6) El COE ha echado el
resto por los Juegos y es una efectiva casa común de los deportistas. Ha
podido cometer errores, nadie está libre de ellos, pero su
responsabilidad es mínima en relación a la magnitud de lo acontecido. El
COI lo juzga todo. Si les presentas a unos dirigentes políticos a los
que nunca han visto, que son incapaces de mantener una conversación
fluida con ellos y les preguntas por una cosa y te responden con otra,
se nota y muestra poca preparación. Samaranch no hablaba inglés cuando
empezó sus contactos internacionales y, con más de 40 años, alcanzó un
nivel notabilísimo. En la candidatura hay gente que se ha dejado la piel
y la vida (como Manuel Cano, que además de amigo es uno de los mejores
periodistas deportivos de España) que no merecen lo que han hecho otras
personas con su trabajo.
7) La presentación ha
sido desequilibrada en los 'directos': Samaranch hijo, Zabel, Gasol, el
príncipe Felipe... demostraron altura olímpica. Rajoy y Ana Botella
patinaron. Tienen la llave de la caja, repito. La candidatura de la
austeridad, por cierto, llevó a un centenar de personas a Buenos Aires.
Un tercio más que las otras.
8) El COI mira por su
negocio, evidentemente. La edición de Atenas 2004 se saldó como un
fiasco en términos de imagen. La de Río 2016 es arriesgada y un voto de
confianza. Darle ahora los Juegos a una ciudad con más de 7.000 millones
de deuda y a un Estado con casi un billón (y que ha pasado en un año del 69% a 84% del PIB),
un paro que no se reduce y que entre los jóvenes es el doble que en
Turquía, y sin economía productiva apreciable ni recursos propios, era
un tercer riesgo. El COI, queda dicho, vela por su negocio. No
se les puede culpar de ello. La culpa no es suya ni de nuestro deporte.
Ah: seguramente también conocerán el curriculum de la alcaldesa, y que
no ha sido elegida por voto popular para ese puesto, lo que ofrece
alguna duda no sobre la estabilidad de las instituciones, sino de las
personas que las ocupan.
9) Es contradictorio
que si estás vendiendo que tienes el potencial de organizar unos grandes
juegos con poco presupuesto, estés además diciendo que los necesitas
para salir de la crisis y salvar al deporte de la ruina. Es lógico que
el COI haya dicho, por boca de Nawal el Moutawakel, que España debe
dedicar esos inmensos recursos y potencial a cosas más importantes que
los Juegos. Censurémosla por corrupta, vale, pero es una verdad, más que
como un puño, como un puñetazo.
10) Tokio ofrece una cosa
que aquí no teníamos: hechos, más allá de las palabras, un proyecto
sólido, eficacia probada y solvencia económica. Están estancados, es
cierto, pero es como cuando un millonario dice que está en la ruina.
Igual es que en vez de un billón tiene medio. Aquí, ya lo vemos.
11) Dinero hay: lo hemos dicho en público y como dije en mi
anterior blog, si lo invertimos en economía productiva y ese deporte que
debían salvar los Juegos, igual salvamos al país y a nuestro deporte de
irse al carajo. Pero igual decir esto es demagogia.
12) Y nadie piense que me
alegro por este desastre, porque es una muestra de lo poco que cuenta en
el mundo mi país y el de mis hijos. De cómo nos ven. Los Juegos son,
evidentemente, una ocasión perfecta para servir de motor de desarrollo,
pero hay que demostrar que se es capaz de hacerlo. Estuvo Barcelona 92,
pero hace 21 años y habría que hablar bastante de cuanto contaron los
fondos de la Unión Europea para la España de aquellos años. Estoy, lo
confieso, enfadado con la gente que ha hecho posible que se perdiera
esta oportunidad. Lo peor que le puede pasar a una persona es creerse su
propia propaganda. A un país, que lo hagan sus dirigentes.
Por Fernando Carreño. http://www.marca.com/blogs/tirandoadar/2013/09/08/no-nos-han-dado-los-juegos.html