viernes, 18 de noviembre de 2011

El Euro ahoga a las democracias

Hemos visto como acaban de cambiar los gobiernos de Grecia e Italia. Papandreu y Berlusconi han salido por la puerta de atrás (la que se merecían) y han llegado otros, siempre ocurre lo mismo. Pero, ¿acaso nos hemos preguntado cómo han llegado éstos últimos?

Hemos dado por supuesto su llegada, e incluso los ciudadanos de a pie nos hemos felicitado. No digamos ya Merkel y compañía.... Pero, no nos hemos dado cuenta de un pequeño detalle: esos gobiernos actuales que dirigen las riendas de dos países desbocados, no han salido elegidos de las urnas por su pueblo, que supuestamente es democrático. Están puestos "a dedo", como decimos por estos lares.

¿Es que la locura de la deuda y el euro lo engulle todo..... y no nos deja ver el bosque? El altar del Euro sigue pidiendo sacrificios: el paro entre los ciudadanos, los contratos en precario que se extienden, la subida de impuestos, el recorte de los servicios, la menor prestación por jubilación, el mayor periodo de cotización, y ahora hasta nos arracan el propio concepto de democracia: los gobiernos no se votan, se colocan a dedo!!!

Cuando nuestros administradores nos piden día tras día esfuerzos para levantar la excesiva deuda que ellos mismos han creado, los esfuerzos que estamos soportando, la pérdidas económicas que estamos sufriendo debido a su ineptitud y a la ausencia de toma de decisiones coherentes.... y ahora incluso nos piden que aceptemos gobiernos no elegidos por el pueblo!!!

Señores, si todo este es el esfuerzo que debemos hacer para salvar la deuda y el sacrosanto Euro, me parece que no merece la pena. No podemos llevar ya cuatro años de agotador y lento sufrimiento para que sigan apretando las tuercas en nombre del fuego del altar divino, para que no se agote la llama de la moneda única.

Señores, su principal objetivo es el bienestar de sus ciudadanos (¿se han olvidado?) y no juegos virtuales con monedas que jamás han existido....

No, no; no merece la pena ver tanto sufrimiento a nuestro alrededor para las metas que nos piden. No, un Euro no puede amenzar la felicidad de los ciudadanos y menos aún la esencia de nuestra democracia.

Fernando García

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