La principal diferencia entre empresas que compiten reside en la calidad de sus productos. Por esta calidad somos capaces de pagar un precio adicional al de mercado. Esa calidad es la que diferencia el producto o servicio que se ofrece.
Debemos obsesionarnos por conseguir ese aumento de la calidad que nos va a proporcionar una ventaja competitiva a la que podemos sacar partido, ya que podrá redundar en mayores ventas y mayores beneficios, ademas de dejarnos la satisfacción del trabajo bien realizado.
Ya sé que hay empresas que se diferencian por los bajos precios que ofrecen, pero éstos van acompañados irremediablemente de una menor calidad. Acordémonos del dicho "nadie da duros a dos pesetas" (ahora con los euros no estoy seguro de cómo sería).
Por ello, debemos intentar conseguir esa calidad adicional en todos los trabajos que realicemos, desde dar una presentación interna en nuestra empresa, realizar un informe, escribir un email, gestionar una reunión, o cuantos trabajos, por pequeños que sean, que hacemos cotidianamente.
La calidad es contagiosa, por ello, involucrarla en todos los aspectos nos hará que, sin darnos cuenta, la tengamos en cuanta en los grandes proyectos, en aquellos que brillan más, en aquellos que la necesitan más. Sin embargo, si no estamos acostumbrados a ella, será muy difícil que consigamos esa calidad cuando un trabajo lo requiera, sólo porque no estamos acostumbrados a vivir con ella, a gestionarla.
Mañana, cuando comiences a realizar tu tarea, tú elegirás: hacer una tarea normal, que no brille, o incorporar la calidad a dicho trabajo. La recompensa no se verá de inmediato, pero poco a poco lo que realices brillará por si sólo sin darte cuenta.
La aventura merece la pena…. ¿te apuntas?
Fernando García
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