"Han estudiado varias docenas de explosiones de estrellas, llamadas supernovas, y han descubierto que el Universo se está expandiendo a un ritmo cada vez mayor", dijo el comité del Premio Nobel de Física.
El hallazgo de ese aumento de velocidad, en 1998, fue una sorpresa incluso para los dos equipos, que llegaron a la misma conclusión de forma independiente. Uno de ellos era el dirigido por Saul Perlmutter, que llevaba sobre el asunto desde 1988. El otro, desde 1994, por Brian Schmidt, con quien trabajaba Adam Riess. Ambos grupos competían por localizar las supernovas más distantes, es decir, las explosiones de estrellas que se producen cuando llegan al final de su vida.
Telescopios de tierra y espaciales
Para ello, utilizaron los más sofisticados telescopios, tanto en tierra como en el espacio. El Comité del Nobel recuerda que los nuevos sensores de proyección de imágenes digitales (CCD), cuyos creadores ya fueron premiados en 2009 en esta categoría, fue de gran ayuda en esa exploración cósmica.Los astrónomos se centraron en un tipo de supernovas llamadas Ia. Son explosiones de unas enanas blancas, restos de otras estrellas que han completado su ciclo normal de vida y han cesado su fusión nuclear y que suelen ser pesadas (como el Sol), pero pequeñas (como la Tierra).
En concreto, enfocaron su interés hacia 50 supernovas muy distantes con una luz débil, en contra de lo previsto, una prueba de que la expansión del Universo se estaba acelerando.
El jurado del Nobel recuerda que hace ya un siglo que se sabe que el Universo se expande desde que tuvo lugar el Big Bang (la Gran Explosión), hace cerca de 14.000 millones años. Pero no se sospechaba que se aceleraba.
Un Universo helado
Una de las consecuencias es que el Universo acabará helado. Se cree que es la misteriosa energía oscura la que provoca esta aceleración, pero de momento este uno de los grandes enigmas de la física, aunque supone tres cuartas partes del Universo conocido.
Los astrónomos españoles se han felicitado de este premio. Rafael Bachiller, director del Observatorio Astrónomico Nacional, considera una "gran noticia" el Nobel para quienes han puesto sobre el tapete el problema de la energía oscura. "Aún desconocemos las consecuencias de este hallazgo", señala a ELMUNDO.es.
Por su parte Rafael Rebolo, del Instituto de Astrofísica de Canarias, argumenta que "el Nobel ayudará a afianzar investigaciones futuras sobre el enigma de eso que se llama energía oscura que hace que las galaxias se separen cada vez más deprisa". En este sentido, menciona la posible futura misión de la Agencia Espacial Europea (ESA), bautizada como 'Euclides', cuyo objetivo es precisamente observar este fenómeno.
El Nobel en esta categoría se ha otorgado ya 104 veces. El más joven de los galardonados fue Lawrence Bragg, quien sólo tenía 25 años cuando logró el deseado premio, en 1915. De hecho, Bragg es el Nobel ha sido el de menos edad en cualquiera de las seis categorías existentes.
En la edición del año pasado, la Real Academia premió a Andre Geim y Konstantin Novoselov por ser pioneros en el desarrollo de un nuevo material bidimensional, el grafeno, que está siendo de gran utilidad en dispositivos electrónicos, como ordenadores, pantallas táctiles y placas solares, que gracias al grafeno son más flexibles y más eficientes.
El primer Nobel de la semana ha sido el Nobel de Medicina, que ayer lunes otorgó la academia al biólogo Ralph Steinman, de la Universidad Rockefeller, y a los científicos Bruce Beutler y Jules A. Hoffmann. Steinman, premiado por ser un pionero en el campo de las vacunas (descubrió las células inmunes llamadas dentritas) había fallecido el pasado viernes, convirtiéndose en el primer Nobel póstumo de la historia.
Noticia publicada en el periódico El Mundo, España 07/08/2011
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