La banca española necesita una urgente recapitalización. Ordóñez pasará a la historia por arruinar el prestigio de una institución centenaria y embarcarnos en un naufragio de final incierto.
La liquidez, el problema es la liquidez. Con los mercados de crédito cerrados a cal y canto desde el mes de mayo, el riesgo de que una caja o un banco se quede sin liquidez temporal para hacer frente a sus compromisos es elevado. El efecto sería terrible. Similar a lo que ocurrió con Northern Rock, un pequeño banco británico que provocó largas colas a las puertas de las entidades financieras para retirar el dinero.
Esta semana, el Banco Central Europeo (BCE) intentó proporcionar un salvavidas al abrir la ventanilla de los préstamos a un año, reforzar la barra de liquidez y adquirir cédulas hipotecarias, como había hecho ya tras la crisis de Lehman. Ahora bien, no nos engañemos: se trata sólo de un calmante para prevenir males mayores y endulzar las molestias, pero no cura la enfermedad.
La banca española necesita una urgente recapitalización como ocurrió con la irlandesa hace ya unos meses. Los inmuebles que atesora en filiales sin apenas provisionar, o en su balance con una valoración inflada, pueden requerir necesidades adicionales de capital por casi 100.000 millones de euros, el 10 por ciento del PIB español, según diversos estudios.
Es un secreto a voces que -con excepción de los dos grandes bancos (Santander y BBVA), Caixabank y Bankinter- el resto de las entidades españolas tendrá que mejorar su solvencia en los próximos meses. Los casos más sangrantes están en las antiguas cajas de ahorros, ya que los requerimientos de la banca mediana son poco significativos.
El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, no sólo demoró de manera irresponsable la reordenación de las cajas de ahorros provocando una sangría económica, sino que hizo la vista gorda al resultado de la inspección. El paradigma de que esto es así está en la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM), donde la morosidad pasó del 9 al 19 por ciento tras su intervención.
¿Dónde estaba la inspección del Banco de España?, ¿cómo pudo ser que errara tanto? Al parecer, Ordóñez dio instrucciones concretas para que la morosidad del sector no superara ese umbral en la creencia de que la crisis sería pasajera. Otras fuentes aseguran que llegó a parar supervisiones de filiales inmobiliarias de algunas entidades.
La técnica, aplicada en connivencia con la vicepresidenta Elena Salgado, fue echar la pelota para adelante, a fin de evitar sobresaltos ante los organismos internacionales y la opinión pública. Les suena, ¿verdad? Es la misma práctica de negación utilizada por Zapatero con la crisis. Lo peor es que tapar la realidad no conduce más que a agravar las consecuencias. Ahora la morosidad y los impagos han creado un bola difícil de controlar.
Algo similar ocurre con las indemnizaciones de los altos cargos de las antiguas cajas. El Banco de España tiene acceso a los acuerdos de remuneración de todo el consejo de administración. Pero el gobernador guardó un silencio sepulcral, hasta que saltó el escándalo por los emolumentos percibidos por los directivos de NovaCaixaGalicia. Ese día comenzó a criticarlos en una actitud hipócrita .
Tanto él como Salgado, que tanto presumen de informarse por la prensa británica, deberían haber tomado nota cuando vieron el lío que se montó allende los mares porque los directivos de Lloyd's o Royal Bank of Scotland se llevaron a casa compensaciones millonarias después de hundir a sus respectivos bancos.
Peor es imposible. Llevamos dos años de retraso en la reordenación del sistema bancario. El último movimiento, la fusión por absorción del Pastor por el Popular se conoció ayer. El banco presidido por José María Arias Mosquera lleva muchos meses en una situación insostenible, como mostraron los test de estrés.
Su adquisición por el banco de Ángel Ron es muy valiente y tiene mucho sentido, porque al Popular le quedaba poco margen para mejorar su eficiencia si no ganaba en dimensión, y no posee capacidad suficiente para adquirir una de las antiguas cajas. Pero el deterioro de la cartera crediticia del Pastor es tan grande que existe un riesgo de contagio, aunque estoy seguro que Ron podrá superarlo. ¿Era imprescindible esperar tanto tiempo?
El agujero, sobre todo inmobiliario, de la nueva banca española es de tal magnitud que en Bruselas se comenta que los primeros recursos del Fondo Europeo de Estabilidad ampliado no irán dirigidos a la banca alemana o francesa, afectadas por el posible contagio a Grecia, sino a la española, que hace aguas por todas partes.
Es el precio de elegir a un político para gobernar el Banco de España. Para colmo de males, al igual que Zapatero, pretende quedarse hasta junio próximo. Ordóñez pasará a la historia por arruinar el prestigio de una institución centenaria y embarcarnos en un naufragio de final incierto. Otro desastre.
Noticia publicada en el periódico El Economista, España 08/10/2011
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